Requisitos para ser parlamentario: Hay que subir la vara

Por: Gabriel Berczely
08 Abr 2021

Próximamente entraremos a un proceso constituyente cuyo resultado podría mejorar el funcionamiento del Estado, como así también terminar de hundirnos. Pero más allá del diseño que se defina para cada una de sus instituciones, el resultado final del proceso dependerá de cuán idóneas sean las personas que deben asumir cargos de responsabilidad, tanto en la Constituyente como posteriormente en las diversas instituciones del Estado.

Entre ellas figura el Congreso de la Nación, institución en la cual no solo se sancionan las leyes que rigen nuestro destino, sino también en la cual se fiscalizan los actos de gobierno, se declara la inhabilidad del presidente de la República, se designan los ministros y fiscales judiciales de la Corte Suprema y del Fiscal Nacional, se aprueban o desechan tratados internacionales, y se definen los estados de excepción. Dadas esas tremendas responsabilidades, contar con los mejores parlamentarios posibles no es un lujo, sino una necesidad, de manera que los requisitos que se establezcan para asumir como diputado o senador son fundamentales para disminuir el riesgo que incapaces, como muchos de los que tenemos en la actualidad, asuman un rol tan importante.

En la Constitución actual el artículo 48 establece que para ser elegido diputado se requiere ser ciudadano con derecho a sufragio, tener cumplidos 21 años, haber cursado la enseñanza media o equivalente y tener residencia en la región a que pertenezca el distrito electoral correspondiente durante un plazo no inferior a dos años. En el caso de los Senadores, el artículo 50 establece el mismo requisito académico y de derecho a sufragio, pero no establece el requisito de residencia, lo cual en todo caso suele no cumplirse por parte de los diputados, y aumenta la edad mínima a 35 años.

En cuanto a la edad, surgen dos preguntas obvias. La primera es ¿cómo puede ser que un puesto tan importante como el de diputado requiera una edad que no garantiza educación terciaria ni experiencia mínima? El sentido común diría que hay una total inconsistencia dentro del mismo Estado, que requiere requisitos mayores para puestos de mucho menor responsabilidad. Y la segunda pregunta es ¿cuál fue el criterio para establecer semejante diferencia entre senadores y diputados en cuánto a la edad mínima requerida? Es entendible que la edad para asumir como diputado sea menor a la exigida para senadores, pero no parece lógico que sea por tanta diferencia.

Una tercera pregunta, relacionada con el paupérrimo requisito educacional para ser parlamentario, es: ¿qué podemos esperar, en cuanto a aporte y conocimiento, de alguien que apenas cursó educación media? Ni el mismo Estado lo contrataría para puestos de menor nivel. Es poco comprensible, por ejemplo, que los parlamentarios sancionen una ley del deporte que exige a los directores de las federaciones deportivas acreditar título universitario o profesional cuando ni ellos lo exigen para sí mismos. Obviamente que no se trata de en una exigencia desmedida para con los directores de federaciones, sino de falta de lógica y consistencia para ser parlamentario.

En cuanto a la experiencia mínima requerida, ¿cómo puede entenderse que una persona sin experiencia alguna, que nunca le ganó un peso a nadie, que nunca le tomó el peso a las consecuencias económicas de sus propias ideas y acciones, con cero experiencia de supervisión de equipos de trabajo, pueda tener el conocimiento y experiencia para sancionar leyes que definen el destino de un país?

Es hora de aplicar el sentido común y subirle la vara a los que pretenden ser parlamentarios. La edad mínima para diputado debiera subirse a 30 años, tanto senadores como diputados debieran tener un título universitario o profesional de una carrera con a lo menos ocho semestres de duración, y acreditar un mínimo de cinco años de experiencia laboral demostrable. Con estos mínimos requisitos no podremos garantizar un mejor funcionamiento, pero por lo menos iremos en el camino correcto para filtrar mejor a los incapaces.

*Publicada en El Líbero.

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