Proceso constituyente, democracia y estabilidad

14 May 2021

El proceso en el que nos encontramos es único en la historia de nuestro país, en tanto será un órgano democráticamente electo el que tendrá la misión de producir la ley fundamental que organizará y delimitará el poder de nuestras instituciones. Del mismo modo, se trata de un acontecimiento ubicado en el contexto de las crisis de las repúblicas liberales del siglo XXI.

Que la estrategia adoptada por Chile logre ser un faro en la tormenta de las democracias precisa una búsqueda proactiva y constante de mínimos comunes por parte de los convencionales. En este sentido, son adversarios del éxito del proceso aquellos que promueven doctrinas maximalistas, bloquean el diálogo y aspiran a imponer su visión. Entre estos se encuentran tanto el populismo como el elitismo que, de sobresalir, sacrificarían la oportunidad que tiene el país para superar la crisis política. Solo el predominio del pluralismo y de agentes reflexivos puede alimentar la esperanza de tener una mejor democracia y, a su vez, transformar la experiencia chilena en un ejemplo para otras naciones.

En términos de contenido, los convencionales deben asegurar que la nueva Constitución otorgue una mayor estabilidad y gobernabilidad. Esto implica poner especial atención al sistema electoral, la división de poderes y el régimen de gobierno, procurando que los actores políticos tengan incentivos para cooperar y alcanzar resultados mutuamente beneficiosos. Con el fin de resguardar la legitimidad del sistema, tanto el proceso constituyente como su resultado debe definir instancias de participación y deliberación ciudadana adecuadas para canalizar a una sociedad civil cada vez más vigorosa y diversa. En este sentido, la Constitución resultante debe robustecer la democracia en su dimensión participativa y no agotarse en lo procedimental.

Sin estar exenta de riesgos, la discusión que se avecina abre una oportunidad histórica hacia la consolidación de un nuevo y mejor país. De fracasar en la construcción de acuerdos, difícilmente se abrirá la puerta al desarrollo necesario para la convivencia pacífica y el ejercicio de la libertad. Los candidatos electos a la Convención Constituyente deben actuar con la responsabilidad que la situación exige.

*Publicada en La Segunda.

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