Chile: Good-bye development, hello Latin America?

Por: Klaus Schmidt-Hebbel
24 Nov 2020

Como el mundo entero, Chile sufre hace años las consecuencias de la destrucción de ecosistemas locales y del cambio climático global. Más que una crisis puntual, esta es una tendencia cuyas manifestaciones son cada día más evidentes y costosas.

Sin embargo, en contraste con el mundo, unos pocos miles de chilenos, pertenecientes a la izquierda terrorista, al narcotráfico y a la delincuencia común, han impuesto desde octubre de 2019 su violencia y criminalidad en partes importantes del territorio nacional. Algunos cientos de miles simpatizan con que Chile sea un Estado fallido, donde dominen los terroristas y los narcotraficantes. Y 19 millones de víctimas callan, por indolencia (los menos) o por ser víctimas del terror (los más).

Esta segunda crisis tiene un componente adicional: una parte de la centroizquierda socialdemócrata, que gobernó durante 20 de los 24 mejores años de la historia de Chile (1990-2014), reniega de sus propios éxitos y simpatiza con una revolución propiciada por la izquierda totalitaria. Así contribuye a tolerar la violencia y a destruir los pilares de la democracia y de la economía social de mercado. Un populismo transversal domina el Congreso que, con una creatividad ilimitada, propone y vota cambios legales que corroen la institucionalidad del país.

“Bye-bye desarrollo, hello Latinoamérica” parece ser el título de esta película, que sonaba a política ficción, inimaginable hasta hace poco.

La tercera crisis que nos golpea desde marzo es la pandemia y la consiguiente recesión mundial. En Chile se ha reflejado —no obstante las buenas políticas fiscales, monetarias y financieras contracíclicas, que han evitado una recesión aún más profunda— en una caída del PIB proyectada en 6,0% para este año y una pérdida de 15% del empleo nacional.

Chile en comparación internacional

Hay una decena de países desarrollados que hacen casi todo bien y, por lo tanto, exhiben los mejores indicadores políticos, económicos, sociales y ambientales del mundo. En 12 indicadores clave, los países Top 10, con un puntaje promedio de 11, lideran entre los 200 países del mundo. Mucho más atrás se ubicaba Chile en 2018-2019 (antes de octubre de 2019), con un lugar 45 promedio en la escala mundial. Lo hacíamos bastante bien en calidad institucional, democracia, desarrollo humano, felicidad, instituciones políticas, ambiente socioeconómico y libertad económica. No lo hacíamos tan bien en distribución del ingreso y tasa de homicidios.

Antes de octubre de 2019 punteábamos en América Latina. Y estábamos a una enorme distancia del clepto-populismo argentino (lugar 81 en el mundo) y del narco-comunismo venezolano (lugar 137). La dictadura de Venezuela ostenta varios récords mundiales. Primero, es el país con algunos de los peores indicadores del mundo, conjuntamente con Corea del Norte y Cuba. Segundo, es aquel país que, en condiciones de paz externa, ha logrado la mayor destrucción económica en la historia mundial. En apenas cinco años, el dictador Maduro ha contraído el PIB por habitante de Venezuela desde US$ 6.241 en 2015 hasta US$ 2.427 en 2020, lo que equivale a una caída de … ¡61%!

Tres sendas posibles para Chile

Chile enfrenta tres escenarios sociopolíticos y económicos posibles en el futuro próximo.

El primer escenario, moderadamente optimista, es el siguiente. El Gobierno administra bien la crisis de la pandemia, controla algo la violencia y reduce las incertidumbres institucionales y constitucionales, logrando una buena recuperación económica y un resultado similar al de los últimos años (hasta septiembre de 2019). Bajo este escenario, el FMI proyecta una senda de crecimiento del PIB por habitante de 2,1% promedio anual en 2021-25.

El segundo escenario es extraordinariamente optimista: Lo hacemos todo bien. Nos recuperamos bien de la pandemia recesiva, adoptamos una Constitución modelada en las mejores del mundo desarrollado, logramos la paz interna, adoptamos las mejores políticas ambientales y volvemos a crecer —con más equidad— a un promedio de 4% en los siguientes cinco años.

En el tercer escenario, muy pesimista, lo seguimos haciendo mal, y peor. Siguen creciendo el terrorismo narco-extremista y la delincuencia. El Estado fallido se generaliza a más territorio. Se aprueba una Constitución de corte argentino-venezolano. Asume en 2022 un gobierno populista y extremista, inspirado por un peronismo chavista. Nuestro crecimiento continúa por una senda negativa, sobre la cual convergemos pronto al PIB por habitante de Argentina y, más adelante, al de Venezuela.

*Publicada en El Mercurio.

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